Pasa para el fondo y ponte cómod@, hay gente muy maja y bebida fresquita. Estás en mi bitácora donde todo se relativiza, un poquito de ciencia, una pizca de humor, algo de actualidad y bastante sexo, como no.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Cuando seas padre....


Mi padre siempre me decía “cuando seas padre comerás huevo” y aquella frase la repetía sin cesar en ciertas ocasiones irrelevantes desde mi punto de vista, no le daba el valor que se merecía, ni cuantificaba lo que para él significaba que yo no la tuviera en cuenta, ni comprendiera el porqué de la importancia y la magnitud de ser padre en ciertos momentos de tu vida.

Suena la radio justo a las 7:14 am, miro las rayas rojas que forman los fatídicos números que deslumbran en la oscuridad de nuestro nidito de amor, arriba se ha dicho no sin antes besar a mi tierna mujer que yace entre las plumas del nórdico cual princesa en sus aposentos. Visto mi cuerpo desnudo a tientas, lo que me ha llevado algunas veces a llegar al trabajo con la camiseta del revés, me lavo la cara y apenas veo el espejo porque parezco un chino comiendo limones, me asomo a la habitación de Mario, que como su madre, se encuentra en un profundo sueño, le miro atontado, aún no me he ido a trabajar y ya le añoro, sus besos, sus risas o su “Papuchi vennn”, sin embargo las obligaciones son así de duras. Desayuno “laputa avenacomidadevacas” que me aporta una “cantidad excelente de proteinas” y carretera y manta, nunca mejor dicho, una hora en hacer 50 km y un frio que pela para ser septiembre. Según llego a mi cálido puesto de trabajo y no precisamente por lo agradable, mis compis me dicen que llame urgentemente a mi mujer. El pulso a 1000 pensando en el parto que se avecina, sin embargo oigo a a través del jodío teléfono a Mario llamarme:
-“¿papi cuando vienes?”

-“Mario, chiquitín, ¿como estás cariño?”

- ”¿cuando vienes?”

- “Esta tarde, estoy trabajando y luego jugamos ¿vale?”

- “y ¿por qué?”

Se me queda cara de póker, al momento mi hijo me dice que quiere que vaya y se pone a llorar desconsoladamente, repitiendo mi nombre sin cesar. Y yo mientras intentando sacar alguna palabra. Una hora despues aquí sigo, con la conjoga instalada a mi lado y con mi jefe jodiéndome la mañana, y me acuerdo de mi padre: “cuando seas padre comerás huevo”.

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