Pasa para el fondo y ponte cómod@, hay gente muy maja y bebida fresquita. Estás en mi bitácora donde todo se relativiza, un poquito de ciencia, una pizca de humor, algo de actualidad y bastante sexo, como no.

lunes, 28 de diciembre de 2009

La falta de pasión es una enfermedad que se cura con imaginación.

Un sábado cualquiera de una semana de invierno, de mucho frío fuera, y excesivo calor dentro, nos encontrábamos ocupando enteramente nuestra cama desnudos, entrelazados, con nuestros ojos fijos en el otro, extasiados, sudorosos, casi temblando por lo que habíamos vivido horas antes.

El día de antes le había propuesto un juego, debíamos hacer como si no nos conociéramos, planear una cita, quedar en un restaurante, entablar una conversación de la típica pareja de desconocidos en una cita a ciegas, y ver que pasaba.

Estuvimos toda la tarde del sábado preparándonos, a medida que nos arreglábamos cada uno por un lado sin vernos, sin saber que hacía el otro, la excitación nos iba embargando, imaginando como sería el momento de vernos, como iría vestido el otro, que sentiriamos, donde acabaría todo…etc. Cada uno salió en su coche hacia el restaurante, y durante el trayecto me sentí extraño, nervioso por la situación tan desconocida para mi, pero a la vez inundado de morbo.

Llegué antes que ella, me tomé algo en la barra del bar esperándola, el tiempo pasaba y ella no llegaba, pensé que habría tenido algún problema, pero cuando la ví entrar supe que era una treta para hacerme sufrir un poco, su cara iluminada, blanquecina brillaba como un ángel, cuando continué mi recorrido por su cuerpo, me subió un escalofrío por las piernas, llevaba la misma ropa que en nuestra primera cita, hace hoy 20 años, un vestido ajustado, como segunda piel, negro azabache, con unos tirantes que bajaban hasta sus pechos que parecían querer salir de allí, su cintura de avispilla marcada por un cinturón blanco y esas preciosas piernas que verlas mover llamaban la atención entre la gente que había a nuestro alrededor. Fueron unos segundos eternos, donde el tiempo se paró como en esas escenas de matrix donde ves la acción desde diferentes posiciones, solo estábamos ella y yo, clavando nuestras miradas sobre el otro, pero teníamos que continuar con nuestro juego, así que nos saludamos, dos besos en las mejillas y presentación al canto.

Todo era mas fácil de lo que suponíamos, empezamos a hablar de lo nerviosos que estábamos, de nuestras profesiones, del tiempo…, esas cosas de las que hablas en los ascensores con tus vecinos, o con antiguos compañeros de colegio. Y nos dispusimos a cenar, el qué fue lo de menos, porque apenas prestábamos atención de lo que no fuera el otro, nuestras miradas quemaban, nuestros pies se rozaban por debajo de la mesa, y la conversación empezó a subir de tono, hasta que un momento dado me dijo que ella era muy atrevida y la propuse un reto “Deberás usar algo aquí delante de todo el mundo, pero sin que nadie se dé cuenta hasta que yo te diga”. Os podéis imaginar la situación, una sala llena de gente, con mesas a escasos 2 metros nuestro, y allí estaba sacando de mi bolsillo un pequeño vibrador con forma de pintalabios que había comprado ese mismo día para la ocasión.

Ella lo cogió marcó sus labios, creí que no sabría que era, pero poco a poco fue bajando su mano a su entrepierna, al encenderlo y posarlo sobre su clítoris, emitió un pequeño gemidito apenas apreciable para mí. Ella mantenía una de sus manos moviéndolo suavemente, dándose placer bajo el mantel que la cubría parcialmente, yo simplemente disfrutaba de la vista, viendo sus pechos hincharse ligeramente, marcar sus pezones bajo el vestido, su cara de excitación o como se mordía los labios ligeramente. Miré a mi alrededor nadie observaba, lo estaba haciendo muy bien y me pareció suficiente.

Ni siquiera habíamos llegado al postre, ella llamó al camarero y le pidió la cuenta, a continuación sacó un papel y un boli y escribió algo, me dijo “léelo dentro de 5 minutos” y se fue dándome un pequeño beso en la mejilla.

Fueron los 5 minutos mas largos de mi vida, movía el papel de un lado para otro, sin darle la vuelta, quería saber que me había escrito de forma tan misteriosa, pero no podía traicionarla, asi que esperé.

Cinco minutos¡¡¡¡¡, le doy la vuelta y leo:

“Quiero que me hagas tuya, que me hagas sentirme solo por esta vez, como tu puta”

El empalme fue instantaneo y tardé en llegar al parking menos que Falete en comerse un kilo de pasteles. Abrí la puerta de casa, sobreexcitado, subí a nuestra habitación y alli estaba ella solo con sus taconazos puestos, inmóvil, desnuda de cuerpo y mente, abierta de piernas, con cara de deseo, con cara de puta. El resto os lo podeis imaginar.

6 comentarios:

Tiberio dijo...

Pues no me lo iamagino.Cuenta,cuenta...queremos saber.¿Ahora no vas a contar lo más empalmante,digooo,excitante?

PEDROHUELVA dijo...

Lo malo que ni todas las féminas ni los feminos, disponen de eso que se llama imaginación.
Si solo es uno el que la posee, mal asunto, ya que esto es cosa de dos.
el cuento buenisimo, felicidades.

El farero dijo...

Muchas gracias Pedro

Tiberio, no puedorrrrrrrrrrrrr, mola mas imaginarse que hicieron los protagonistas no?. Piensa mal y acertarás

belkis dijo...

Yo me puedo imaginar perfectamente lo que pasó después. Lo que me cuesta mucho imaginarme es que una pareja que lleva 20 años unidos llegue a ese estado de complicidad, imaginación y excitación.
Me cuesta un poco pero igual es cierto.
Pero has hecho que recuerde la escena de aquella película Cuando un hombre ama a una mujer, en que el matrimonio queda en un bar y hacen ver como que no se conocen.
He intentado enlazarla,pero la única que he encontrado no tiene sonido....en fin.
Un saludo.

El farero dijo...

Si te sirve de algo, llevo con mi mujer 17 años, y situaciones como estas o mas excitantes y llenas de pasión y en especial complicidad, las vivimos de vez en cuando...y no es por quedar bien te lo aseguro

Rasha dijo...

“Siempre que quieras, podrás obtener lo que deseas, FANTASEA”